MOVE ON

Pues como ya lo saben, en esta ocasión no se pudo terminar el proyecto NON STOP que traía junto con mi amigo Carlos. Esta fué mi experiencia y aunque los 2 la vivimos juntos, la contaré como la viví desde mi perspectiva.

Sabemos que siempre pasan cosas inesperadas en las competencias, y muchas veces es cuestión mental el poder superarlas, puede ser el clima, puede ser algo mecánico, fisiológico o mental, pero cada reto tiene ese toque de aventura que te hace tomar decisiones y que son clave para el éxito.

Desde que llegamos a Cozumel todo parecía estar en orden, un clima muy caliente como debe ser, pero nada que no esperáramos, muchas nubes en el cielo que en ocasiones ayudaban a calmar el sol y que nos podrían ayudar a aliviar la asoleada durante los siguientes 2 dias y un viento que aunque se veía fuerte, parecía el viento normal que ya conociamos en la isla y para el que ibamos «preparados».

Cuando recién llegamos al hotel la gente del lugar que ya está acostumbrada a ver triatletas preguntó por la bicicleta, les conté el reto que planeábamos y recibí muy buenos comentarios, sin embargo pude leer la primera señal de que ellos sabían algo que yo no cuando mencionaron que habia un poco de corriente en el mar. De esas veces que sientes como si te advirtieran algo, pero a la vez te haces wey porque tu sabes a lo que vienes y nada ni nadie te va a desmotivar.

Al llegar a la habitación lo primero que hice fue armar la bicicleta, sabía que la tarde pasaría muy rápido así que quería dejar todo listo lo antes posible, en especial como llevaba un arsenal de baterias, luces y cargadores, pensando en que pasaría una noche entera rodando y corriendo, fuí excesivamente precavido en material de supervivencia, parecía mas que viviría un episodio de Walking dead que otra cosa. Por la tarde me encontré con Carlos quien se había retrasado un poco en el aeropuerto, y su primer comentario fue «¿Ya viste el aire?

La verdad no había prestado mucha atención, yo seguía confiando en que era el aire normal de Cozumel, el mismo al que me he enfrentando en otros eventos y que aunque si es muy fuerte, no es nada con lo que pudiera lidiar. Una vez mas, lo dejé de lado y me concentré en dejar todo listo para el dia siguiente.

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Llegó la hora, el sol comenzaba a salir y estábamos listos para comenzar, por cuestiones de permisos y logística, tuvimos que hacer un pequeño cambio y tendríamos que correr unos kilómetros para llegar al punto en el que comenzaríamos a nadar, y así lo hicimos, nos sirvió para «calentar» un poco, platicar y hasta para agarrar valor. En realidad pasó muy rápido y cuando menos imaginé ya estábamos en el punto de arranque, a orillas de la carretera comenzamos a prepararnos para nadar mientras que platicábamos con Rosy, quien sería nuestra guia durante la natación. Ahí fué donde me di cuenta que nos esperaba un reto, su cara no dejó ningún disimulo cuando mencionó que las corrientes habían cambiado y que nadáramos lo mas pegado que pudiéramos a la costa para que no nos arrastrara.

Los que me conocen y me leen saben que soy tan buen nadador como un orangután, y fué ese momento en el que el miedo me pegó de golpe, y no por miedo al mar o a cansarme, sino porque confiaba en una corriente neutra o a favor que me permitirera llevar un ritmo similar al de Carlos para cumplir con los tiempos estimados, ahora solo esperaba no ser tan lento que me convirtiera en un lastre para el.

Comenzamos muy bien, la zona de la isla en la que nos encontrábamos si presentaba una corriente en contra pero nada del otro mundo, vi mi reloj y si iba mas lento de lo estimado, pero sabía que podía apretar. Para mi suerte Carlos al ser mejor nadador de pronto se desviaba a divertirse con los delfines de Chankanab o buscando animales marinos, yo aprovechaba esos momentos para apretar un poco el ritmo y evitar perder tiempo. Llegó un momento en el que Rosy se acercó a mi y me comentó que al pasar «ese muelle» y dar la vuelta, la corriente subiría «un poco» y que era momento de pegarnos a la costa hasta donde nos fuera posible.

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Aterrado antes de arrancar

Cabe resaltar que algo que haría especial este evento es que el hijo de Carlos se nos uniría en el km. 7.5 para terminar la natación con nosotros, por lo que llevabamos un tiempo «calculado» para llegar al punto donde el nos esperaría. Fue entonces que dimos vuelta al muelle y pude entender a lo que Rosy se refería, la corriente nos pegó de lleno y al menos yo pude sentir como realmente me tomaba 3 brazadas avanzar lo que normalmente avanzaba con una, en cada respiración veía al otro guia que ahora se acostaba en el kayak para evitar que el aire se lo llevara y Rosy se acercaba a darme tips para nadar mejor y no perder tanta energía. Si, que pena, mi nado de 10K incluyó clases de natación, asi de mal nadador me ha de haber visto.

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Parada km 7.5

Después de mucho, mucho tiempo llegamos al kilómetro 7.5 donde su hijo nos esperaba, yo tuve que salir porque para ese punto ya estaba bastante mareado por el oleaje, un par de veces intenté vomitar para calmar el mareo, pero no lo logré. Salí, me senté un par de minutos en lo que Carlos y su hijo se preparaban y rellenaban nuestras botellas de agua, aproveché para robarle a mi hija las papas a la francesa que se estaba comiendo, y en cuanto pude volví al agua, sabía que si dejaba pasar un minuto mas me iba a ser mas dificil con el mareo que tenía.

La corriente en ese punto ya era bastante fuerte, pasábamos por zonas con juegos acuáticos inflables que hacían mas evidente la lentitud con la que nadaba,para distraer mi mente contaba las brazadas que me tomaba pasar un juego de apenas 5 metros de largo, y casi siempre eran mas de 20…

Una vez mas se acercó a mi Rosy y me dijo que pasando el siguiente muelle inmediatamente me pegara a la orilla porque ahi subiría un poco mas la corriente, ahora si ya no sabía que me esperaba. Cuando por fin pude dar la vuelta vi que Carlos y su hijo estaban de pie en la orilla, pude alcanzarlos y al parecer tenían problemas con una rozadura del trisuit de su hijo. Aquí fue donde aproveché para adelantarme un poco para que no tuvieran que esperarme mas adelante, vi que estuvieran bien y «segui nadando». 1, 2, 3, 5, 10, 15 brazadas, con toda mi fuerza cual Michael Phelps para vencer la corriente, cuando de pronto en una respiración alcanzo a ver a Carlos a mi lado, de pié, tal como lo dejé, me levanto y me dice con tono entre broma y frustración «No avanzas nada wey». Efectivamente, la corriente ya era bastante fuerte y avanzar era un proceso desgastante.

Poco antes del km 9 tuvimos que salir del agua y decidimos avanzar por la playa, era impresionante ver como Rosy que nos seguía en el kayak tenia que esforzarse demasiado para poder avanzar, nuestro otro guia ya lo habíamos perdido kilómetros atrás, el esfuerzo para el fue tan grande que prefirió salir a la orilla y esperar a que fueran por el.

Por fin llegamos a transición, nadie nos esperaba, al parecer Rosy desde el kayak y la gente local les avisaba de nuestra ubicación y por los cálculos que tenían no nos esperaban aún, considerando que en los últimos 400m que midieron nuestro avance habíamos tardado una hora.

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Al fin llegamos

Después de descansar unos minutos y platicar nuestra experiencia comenzamos a cambiarnos, no se si Carlos estaba tan cansado como yo, pero yo iba a terminar y ahora tendría que «recuperarme» sobre la bicicleta, en fin que me esperaban muchas horas pedaleando.

Comimos algo, preparamos todo lo que necesitábamos y mientras platicaba con triatletas del lugar, por un lado se veían sorprendidos de que hayamos nadado esa distancia cuando incluso ellso habían suspendido sus entrenamientos del dia por el fuerte viento, a mi particularmente me preguntaron si en serio pensaba continuar, en mi mente no había duda, yo ya conocía el viento del sur de la isla y solo era cuestión de paciencia… iluso yo.

Todavía un par de minutos antes de arrancar nuevamente se acercó Rosy a preguntar por nuestras bicis, cuando supo las ruedas que traía sin pensarlo me dijo «te va a tirar el aire», una vez mas comenté que ya conocía el viento de Cozumel y que ya había rodado en otro evento con exactamente la misma bici y ruedas. Su mirada decía, «que conste que te avisé»…

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Transición

Arrancamos y mas tardamos en entrar a la carretera cuando sentí el trancazo del aire, no podía mantenerme en una linea recta, mucho menos bajar a las aerobarras. A Carlos yo lo vi muy estable, mientras que yo prácticamente tuve que tomar otro carril ya que de pronto el aire me acercaba mucho a el y lo último que quería era provocar un accidente. Avanzamos unos kilómetros mientras yo trataba de adaptarme y controlar la bici, pero conforme mas avanzaba mas complicado se sentía, hasta el punto en el que pude darme cuenta de tenía que rodar prácticamente «acostado» en el aire, mi idea de recuperarme en la bici se esfumaba mientras las piernas me quemaban, los hombros me ardían entre el cansancio de la nadada y el sostener con fuerza el manubrio, un par de veces tuve que detenerme para secarme el sudor que me entraba a los ojos y que me era imposible secar sobre la bicicleta ya que manejar con una mano me era casi imposible.

Después de una de esas paradas arranqué tratando de alcanzar a Carlos para ir juntos, sin embargo ahí fue donde me di cuenta que el viento iba a ser el enemigo, el ingeniero que vive en mi cabeza salió y comencé a hacer cálculos con los diferentes escenarios para las próximas horas, ninguno era prometedor, suponiendo que el clima mejorara, lo cuál era nada probable, quedaríamos con menos de 10 horas para correr un doble maratón, algo que nunca he logrado en condiciones normales, menos lo iba a lograr con mas de 24 horas ininterrumpidas de ejercicio, mi mente comenzó  a rendirse.

Logré alcanzar a Carlos justo en la zona donde damos vuelta a la isla para volver a la ciudad, el viento se calmó y pude recuperarme, el se veía muy bien pero yo tuve que detenerme a descansar un par de minutos y rehidratarme, sentía que me faltaba alimento y traté de reponer al menos una parte para lo que faltaba. Con algo de verguenza le dije que no estaba seguro de poder lograrlo y el se sentía igual, nuestra motivación se había venido abajo después de la bienvenida que Cozumel nos había dado. Nos propusimos terminar la vuelta y evaluar lo que venía.

El regreso era mejor porque no teníamos el viento, sin embargo el calor se sentía muy intensamente, solo pensaba en refrescarme y no podia evitar pensar en lo que sería correr bajo ese sol el dia siguiente.

Llegamos al hotel y nuestro crew nos esperaba, tuve que acostarme en el pasto fresco y enfriarme con una toalla helada. El orgullo me pedía que fuéramos por una vuelta mas, aunque sabía que sería devastadora ya que en esta ocasión y las siguientes estaríamos agregando 20 km mas de viento en contra, una, dos, tres veces estuve listo para salir, pero al final la razón venció y decidimos que no era prudente. Continuaríamos algo que nos pondría en riesgo y que era virtualmente imposible terminar.

Cozumel 1 – Nosotros 0

El reto entró en pausa, esto no se acaba aqui, aprendimos que no era el dia, y no era el lugar, pero estaremos de vuelta con el objetivo de hacerlo realidad.

#NONSTOPLIVES