El terminar el dia 1 sintiéndome tan bien y con tiempo de sobra hizo que mi confianza creciera para poder arriesgar un poco mas al dia siguiente. Tuve la oportunidad de cenar con mi crew con toda la calma del mundo y preparar todo para el dia siguiente y todavía ir a dormir temprano para recuperarnos de la desmañanada que nos había tocado esta primera etapa.
Una de las mayores ventajas en comparación con la mayoría de los eventos de este tipo en el mundo es que todo termina e inicia al dia siguiente en el mismo lugar, por lo que te evitas el tener que transportarte a los puntos de arranque y puedes aprovechar mejor el tiempo y dejar todo listo con menos riesgo de contratiempos. Mi familia me hizo el paro y fueron a comprar lo que ellos comerían durante el trayecto y a cargar gasolina mientras yo preparaba todas mis botellas de alimento que utilizo en la bicicleta. La verdad es que he aprendido a ser muy práctico en este aspecto y prácticamente mi alimentación durante este tipo de pruebas es líquida, todo lo tengo preparado en las ánforas y cada cierto tiempo voy agregando cápsulas de sal o de antifatigue para ayudar a retrasar el cansancio, y, para tener alimento sólido en el estómago y engañar al hambre voy comiendo barritas de Fabiola´s Energy que aportan energía sin alterar el índice glucémico de mi alimentación para evitar los «bajones» que algunos alimentos azucarados provocan.
En fin, la noche llegó y me fuí a dormir con ganas de arrancar ya el 2o dia, presentía que sería uno ¡muy bueno!
Dia 2
A pesar de haber programado mas de 5 alarmas para evitar quedarnos dormidos no hubo ni siquiera necesidad de escuchar la primera, 10 min antes de que sonara ya estaba despierto y preparándome, pude hacerlo con mucha tranquilidad y aún media hora antes del arranque ya estaba listo. Aproveché para revisar otra vez que todo estuviera en orden, la bicicleta a punto, que no faltara nada y pues al parecer ya estaba listo, así que me dirigí a la zona de arranque donde ya había algunos otros atletas. Pasaron muy rápidamente los minutos y cuando menos me di cuenta Van, el director del evento gritó que estábamos a solo 1 min de comenzar.
Es increíble todo lo que pasa en ese minuto antes de arrancar si prestas atención a tu alrededor, algunos bromean, otros revisan su bicicleta una y otra vez, algunos otros respiran profundamente y se les nota el nerviosismo y alguno por ahí reza en silencio mientras la cuenta regresiva comienza.
Los primeros kilómetros mientras se sale de la ciudad son controlados a baja velocidad, son minutos perfectos para calentar y hacerle saber a tu cuerpo que mas le vale que ni se queje de los dolorcitos que quedan del dia anterior, porque ni se imagina lo que le espera, y así por arte de magia una vez mas mi bici y yó nos volvemos uno mismo y comenzamos la aventura.
Dan el silbatazo de arranque y de pronto voy en punta, no me gusta estar en esta posición ya que puedo «atascarme» y quemarme demasiado pronto, este es un dia con una ruta extremadamente larga y que se va haciendo mas difícil conforme pasan los kilómetros, así que bajo el ritmo y espero que algunos me pasen para evaluar si trato de mantener su ritmo o mejor me apego a mi estrategia. Creo que durante los primeros 50 kilómetros vamos a un ritmo parecido, los veo unos 100 metros adelante de mi constantemente así que pienso que mientras mantenga ese ritmo tendré oportunidad de mejorar mi lugar.
- Disfrutando los primeros kilómetros
Llegamos a una zona en donde la carretera estaba en reparación y la sensación de la vibración es horrible, decido bajar el ritmo esperando poder salir pronto de ahi, fueron casi 500 m de piedras y tierra suelta que me hicieron romper el ritmo, solo una persona me rebasa en ese tramo, pero al salir en una de las pendientes veo que los punteros se habían separado ya demasiado, apenas y logro verlos un instante antes de desaparecer en la cima de uno de las tantas colinas que pasamos. Decido no agobiarme y mantener mi paso, la estrategia lo es todo y es ahí donde comienzo a disfrutar como niño la pedaleada, puedo sentir la velocidad, me conecto al máximo con mi CUBE y llevo un ritmo increíble. En esta ocasión decidí no ver ninguna información de rendimiento, todo va a «feeling», nada de velocidades, watts ni cadencia. Solo sé como me debo de sentir en una zona aeróbica y así me mantengo, en todo este tramo voy de cerca con otros 2 atletas, que nos pasamos cada cierto tiempo, me es muy cómodo ese ritmo así que me mantengo y además se hace ameno el paseo cada que nos rebasamos.
Al fin llegamos a la zona que yo recordaba con terror, ese «falso plano» del km 100 al 200 en que yo solo veía una elevación constante de 1% a 2% que además tenía viento en contra que me desesperó y me hizo soltar mas mentadas de las que suelo decir en un dia normal. En ese momento no sabía en que kilómetro iba, y solo me guiaba por mi memoria y por el mapa, que solo trazaba una linea recta interminable. Antes de comenzar este trayecto me despido del Piojo, que me adelanta mientras decido detenerme unos minutos a comer algo y cambiar mis botellas.
Yo creo que era tan feo el recuerdo que tenía de este trayecto y era tanta la predisposición que traía que conforme avanzaba comenzó a ser mas llevadero, si me sentía mucho mas lento que cuando llegué ahi, pero definitivamente no tanto como lo recordaba, disfrutaba mucho cada que llegaba a algun puente o colina donde tenía que subir mas porque sabía que eso implicaba poder acelerar un poco en el descenso, eso liberó mi mente y realmente disfrutaba la ruta con todo y la carga que representaba.
Olvidé mencionar en la primera parte que en esta ocasión hubo una «conexión» con la naturaleza algo extraña. Mientras nadaba podía ver en ocasiones un brillo azul sobre mi cuando respiraba, pensaba que era algún reflejo en los goggles o algo así, sin embargo después mi familia me comentó que cada que salía de nadar habia una libélula que «salía» junto conmigo y que me seguía mientras nadaba, ellos dicen que me iba cuidando, quizás si, quizás no, pero era una anécdota chida.
En este dia durante la bici nuevamente tuve un acompañante bastante peculiar. Mientras iba en esta ruta larga y desgastante de pronto sentí algo raro, como si alguien me viera, si, lo sé, es una tontería pero lo sentí, cuando de pronto mientras giraba la cabeza para descansar el cuello vi una sombra negra sobre mi hombro derecho. No sé porque no me espanté, lo que hubiera sido una reacción normal de ver que tienes algo enorme sobre ti, volteé despacio para ver que era y pude ver que era un saltamontes enorme, «si tengo consciencia» pensé en el momento y no sé porqué pero me daba gusto de traer ese acompañante.
- Acompañante
Les hice señas a mi crew para que se me emparejaran y pudieran verlo, al principio no entendían lo que les decía porque trataba de no hacer movimientos bruscos ni levantarme de las aerobarras para no ahuyentarlo, hasta que pude rotar un poco y pudieron verlo, se sorprendieron igual que yo, me gritaban que era enorme y que ahorita veían como me lo quitaban. «No! Dejenmelo» les grité mientras se estiraban y trataban de fotografiarlo, yo hice lo mismo con la cámara que llevo en la bicicleta y si logré captarlo. No sé que tan común sea esto, pero traté de tomarlo como una señal positiva y un buen augurio de la naturaleza para mi, Algo extraño la verdad, quizás no era el perico que acompañaba al ciclista Scarponi, pero «al menos tengo mi propia mascota» pensé. Me acompaño durante un par de kilómetros hasta que de pronto desapareció.
- Mi conciencia
Cuando menos me di cuenta ya estaba saliendo de esa zona que tanto temía, y en esta ocasión la había disfrutado y hasta recuerdo haber pensado que pude haberle metido mas. Cuando comenzó el trayecto de nuevo para llegar a La Bufa, aceleré esperando recuperar algunos minutos, me sentía muy bien para subir y sabía que una vez coronando esa montaña el día estaba en la bolsa.
- Detalle de los organizadores
Comencé el ascenso y aunque las piernas estaban algo cansadas traía buen ritmo, solo debía mantenerlo hasta llegar al retorno. Llegó un punto en el que llevaba mas de la mitad del ascenso y solo había visto a 3 atletas de regreso, así que me motivaba saber que no iba tan atrás y que todavía tenía oportunidad de recuperar lugares, al fín había logrado llegar a la bufa y rápidamente regresé a un mirador que el dia anterior había aprovechado para comer, ahí fue donde me detuve pronto para comer algo y comenzar el descenso y el regreso a la meta.
Fue en este descenso donde en un instante sentí lo que mas adelante se convertiría en una de las experiencias mas frustrantes de mi vida. Y es que si bien es de bajada, el asfalto es bastante feo en su mayor parte, especialmente casi llegando de nuevo a la carretera donde se vuelve algo «rugoso» y la bicicleta vibra bastante, fue en un pequeño salto de esos donde pude sentir que el cuello ya estaba cansado, lo sentía muy rigido pero ya faltaban menos de 50 km para terminar.
Regresamos al fin a la autopista que te lleva de vuelta a fresnillo, ya no había mas, solo seguir el camino hasta cruzar la meta, mis piernas y mi ánimo estaban al 100% me sentía entero y llevaba un ritmo y velocidad que me daban confianza de aún recuperar algún lugar o 2 según mis cálculos conforme a lo que vi en la bufa.
Pasaban los kilómetros y me seguía sintiendo fuerte, veía como la distancia se acortaba, 50 km, 40, km, 30, km, 20km, fué ahí donde alcancé a ver un vehículo a lo lejos, estaba muy cerca de alcanzar al próximo y mientras mantuviera el ritmo que llevaba lo iba a lograr, pero fué casi faltando 15 km donde viví algo nuevo que me llenó de frustración y algo de miedo. Fué cuestión de saltar un pequeño borde en el camino para que mi cuello dijera «ya no más», así de simple, mi cuello ya no pudo soportar mi cabeza, tenía que hacer un esfuerzo gigantesco para poder levantar la cabeza un par de segundos antes de que esta se «cayera» nuevamente y mi visión solo pudiera abarcar hasta la llanta delantera.
Este fenómeno se llama Shermers neck y es extremadamente raro, de hecho solamente ciclistas de ultradistancia lo llegan a vivir, sin embargo no suele presentarse hasta después de varios cientos de kilómetros, en mi caso el problema fue que me arriesgué a tener una posición en las aerobarras demasiado agresiva y pasé la mayor parte del dia en ellas. En ese momento entré en pánico, me detuve y le pedí a mi crew que me ayudaran con un masaje rápido en el cuello, fué hasta que me tocaron que pude sentir la contractura que venía desde los hombres y sentía como una descarga eléctrica en toda la zona con solo tocarme. Así como en la vida, decidí que lo mejor era seguir avanzando y terminar de una vez por todas. No podía mantener ninguna posición, asi que les pedí que manejaran lo mas cercano a mi y que me alertaran si veían algo en el camino que debiera evitar, yo simplemente pedaleaba viendo la linea del acotamiento y cada cierto tiempo me concentraba para levantar la vista unos segundos y ver lo que venía.
Definitivamente esto mató mi animo y aunque las piernas y el resto del cuerpo tenían todo para poder cerrar fuerte solo podía rodar a una velocidad segura en la que si algo se presentaba en el camino tuviera tiempo de reaccionar, fué en este momento en el que me arrepentí de haber dejado de practicar yoga este año, esto es simple falta de elasticidad.
Al fin estaba de vuelta en fresnillo, menos de 5 km me separaban de terminar con esta sensación tan desgastante, justo entrando a la ciudad un agente de tránsito comenzó a guiarme rumbo a la meta, y contrario al dia anterior en el que iba cerrando con todo, en esta ocasión tenía que cuidarme de todos los topes y hoyos del camino.
Creo que todos hemos pasado por esa sensación donde al saber que estás por llegar tu cuerpo comienza a somatizar e incluso exagerar cualquier molestia que traigas, y eso fué lo que sentí justo al entrar al estacionamiento del hotel donde estaba la meta. Menos de 20 metros me separaban del final y comenzaron a sentirse eternos, creo que por un instante comencé a ver borroso y sudar frio, «solo falta que me desmaye cruzando la meta» fué lo que pensé.
Con dolor, pero lo había logrado, un dia perfecto había dado un giro inesperado y terminado como una experiencia realmente agonizante. Me detuve, tuve que pedir que me ayudaran a bajar de la bici mientras al fin podía descansar el cuello. Tenía que mantenerme completamente erguido para no parecer pollo con el pescuezo roto.
A pesar de todo había logrado recuperar una posición, aunque en ese momento era lo último que me importaba, solo quería llegar al cuarto lo antes posible y poder recostarme. Mi familia como siempre, al pie del cañón me ayudó a llegar y después de cenar pude recibir el masaje mas doloroso de mi vida de parte de mi masajista personal, mi mamá, pero no importaba el dolor, solo pensaba en que tenía una noche para recuperarme lo mas que se pudiera, porque un doble maratón me esperaba por la mañana.
Mike