Una gran responsabilidad

Nunca he sido fan de los comics, pero si disfruto las peliculas de super héroes, y aunque no estoy seguro de que el tio Ben, le hubiera dicho esas palabras a Peter Parker, es una frase que por alguna razón siempre tengo presente. «Un gran poder lleva una gran responsabilidad».

Quizás exagero con eso del poder, pero definitivamente para mi es una responsabilidad enorme la que me tocó vivir este fin de semana pasado en el 70.3 de Campeche.

Hace ya casi un año que Marcos Velazquez me invitó nuevamente a ser su guia en un 70.3, ya hace 2 años hicimos el de Cozumel, y he tenido el honor de guiarlo en maratones, sin embargo el 70.3 de Campeche ya tiene cierta fama de ser un triatlón difícil, con subidas pronunciadas y un clima complicado, y si eso llega a ser un reto como un atleta individual, no me imaginaba lo que podría pasar como guia de Marcos.

Es una sensación extraña cada que me mencionan que éste tipo de carreras deben ser super fáciles para mi, el mismo Marcos me lo mencionó varias veces, «¡Esto no es nada para ti Mike, tu eres Ultra!», y la verdad a veces analizo demasiado lo que hay detrás de ese tipo de afirmaciones, ya que por un lado, pues si, he encontrado mi mayor adicción en competencias exigentes como todos saben, sin embargo jamás me atrevería a perderles el respeto, ni a los ultras ni a cualquier otra carrera por «sencilla» que pudiera parecer. No tiene caso el debatir si ésto es o no cierto, pero la realidad es que psicológicamente esto era un reto que era difícil por la responsabilidad que yo mismo me imponía, tanto de terminar el evento con los 2 a salvo como prioridad, y si era posible, ayudarle a Marcos a mejorar su tiempo y su experiencia en las 2 ediciones previas que el ya llevaba.

El tiempo pasó en chinga y cuando menos me imaginaba ya estaba viajando rumbo a Campeche, después de un viaje super ajetreado por retrasos en todo a las 4 am del sábado ya estaba por fin llegando al destino, a pesar de no tener ninguna prisa mi reloj biológico solo me permitió dormir un par de horas, así que muy temprano me alisté para al menos aprovechar el viaje express y conocer un poco de la ciudad y del ambiente triatleta. La verdad es que era tan temprano que no había mucha actividad mas que algunos grupos de triatletas corriendo o igual que yo «dando el rol», después me encontré por 1a vez con Marcos y comenzó la aventura.

El dia previo prácticamente lo dedicamos a preparar todo como debe ser, recoger paquetes, revisar bici, meterla a transición, ir a T2 a dejar el resto de las cosas y los espacios intermedios, comer y echar desmadre con Marcos y su familia.

Llegó el dia de la competencia y pues… se me hizo eterno. Eso de que fuera en la tarde no me estaba gustando, sentía que el dia pasaba y entre que me daba flojera y me estaba cansando sin hacer nada no estaba chido. Llegamos a transición y aunque nos tomamos nuestro tiempo para preparar todo, los minutos me pasaban lentísimo, querían evitar que corriéramos con calor, pero al menos en la transición yo ya me estaba rostizando y todavía faltaba 1 hora para arrancar, pero al fin después de un rato ya estábamos en la linea de arranque justo detras de los pro´s y a solo unos minutos de comenzar esta super aventura.

Dan el arranque y salimos corriendo, unos cuantos pasos en el mar y a darle! Todo muy bien, arrancamos a buen ritmo y pues se notaba que ya sabíamos de que se trataba y la confianza que Marcos me tenía, llegamos a la primera boya bastante rápido y todo super chido hasta el momento, pero apenas dimos la vuelta me di cuenta que no iba a ser tan fácil como imaginaba. Teniendo el oleaje de lado comenzó a complicar todo, de pronto comencé a dar brazadas al aire (sensación que me desespera mucho), noté como el oleaje nos desviaba rápidamente de la ruta y me obligaba a nadar en diagonal para compensar el arrastre, después de un rato como que le agarré la onda a la corriente y logré que agarraramos buen ritmo, llegué a la boya que, pensé que era el retorno, sin embargo apenas indicaba 500m. se me habían hecho eternos pero en ese momento estaba seguro que era un error y estaba mal posicionada, no puede ser que fuéramos tan lento, traté de no darle importancia y después de un rato por fin llegamos al retorno, hasta ese momento Marcos no se había detenido en ningún momento lo cual me tranquilizaba porque significaba que iba bien y confiando en mi, yo comenzaba a desesperarme, pero incluso en esta situación no quise desconcentrarlo, así que di las dos vueltas lo mas amplias posibles para no tener que detenerlo para cambiar de dirección, me salió a la perfección, ya ibamos de regreso «sin problema».

Pero fué justo ahi donde terminó lo dificil y comenzó lo cabrón. Las olas que antes nos daban de lado y nos desviaban, ahora me daban totalmente de frente, eran olas pequeñas que no eran «surfeables» entonces prácticamente cada que volteaba al frente para ubicarme recibía un trancazo en la cara, que incluso en un par de ocasiones me movió los goggles e hizo que me entrara agua. Marcos iba perfecto, hasta que ahora si los golpes comenzaron, la gente nos pasaba por encima y por en medio del arnés, había algunos conscientes que se daban cuenta e incluso se disculpaban, a final de cuentas no era su culpa que el mar estuviera asi de rudo, pero como siempre, hubo un par de nacos (porque no encuentro otra palabra) que se atoraban con el arnés entre los 2 y aunque yo trataba de hacer que se soltaran lo único que recibía era patadas, uno de ellos si logró darme en la cara, (tú el de trisuit amarillo sabes quien eres), y otro no se porqué ni como pero hizo que el arnés del lado de Marcos se desabrochara, cuando me dijo eso entré en pánico por 1 segundo, el oleaje estaba cabrón, todos nos pasaban por todos lados, y Marcos buscaba en el agua el arnés, solo fueron unos segundos antes de que lo encontrara y se lo volviera a poner, sin embargo si me estresé por ese tiempo.

Por fin, lograba ver la última boya que indicaba la vuelta rumbo a la salida, cuando llegamos y dimos esa vuelta fué como mágico, la corriente dejó de sentirse y me permitió volver a la calma, me sentía agradecido de que, al parecer, para Marcos la experiencia no había sido tan dificil como para mí. Por fin tocamos tierra, lo peor había pasado. ( si claro)

El arranque de la bici era en una subida que como tandem no nos iba a permitir encliparnos, además de que se atoraba en una rampa por lo largo, asi que tuvimos que iniciar caminando. Nos subimos, 3, 2, 1… no logramos encliparnos, la bici zigzagea, me subo a una pequeña glorieta que afortunadamente tenía la banqueta con «rampita» lo cual me permitió maniobrar para no caernos (si claro, soy un pro en la bici), me le cruzo horrible a otro ciclista que venía detrás, pero afortunadamente no iba rápido y nos pudimos orillar. «No mames casi nos caemos» le digo a Marcos y se rie. «Va de nuevo y no podemos fallar, porque viene la subida y si no nos enclipamos antes ya valimos madres». 3..2..1, arrancamos, y pum, estamos listos, comienza la subida.

La subida la neta no me preocupaba, pura cadencia y la subimos cual italiano en el Paso Stelvio, pero sabía que la bajada para salir del club estaba muy empinada también y cualquier mal cálculo podia resultar en una caída aparatosa.

Comenzamos a bajar y yo iba con los frenos a tope, los cuales en esas condiciones y con ese peso no servían pa ni madres, la bici se seguía, la iba controlando bien, pero veía que los que iban frente a mi también iban muy lento y algunos medio zigzageando, «donde uno de esos se frene en seco ya valimos madres» pensé, al final logramos salir chido y no pasó nada. Ahora si, a darle!

Los primeros 20-30 km, poca madre, ibamos a una velocidad y cadencia envidiables, pasando a mucha gente casi sin esfuerzo, la ventaja de la inercia que generábamos con esa bici, muy rápido estabamos pasando por la zona de la t2, tan rápido que no había nadie para vernos todavía, seguimos con ese ritmo hasta la zona de las subidas, que si, estaban perras, pero con una buena estrategia las estábamos pasando una tras otra sin mayor complejidad, por fin ibamos de regreso rumbo al retorno para dar la 2a vuelta cuando se sintió la chinga, el aire se puso perro y ya ibamos a menos de la mitad de la velocidad que ibamos antes, quemaba piernas pero aguantamos, dimos vuelta en U y nuevamente pudimos acelerar y relajar las piernas. Sabía que esta 2a vuelta iba a ser mas dificil porque ya no veníamos tan frescos y las subidas podían costar mas, en realidad no fué tan difícil, pero si hubo un momento donde tuvimos que parar a comer, refrescarnos, relajar un poco el cuerpo y remotivarnos, perdimos tiempo pero al menos a mi me ayudó un chingo, apenas nos volvimos a subir me sentí como nuevo, listo para enfrentar el aire que nos esperaba.

Foto: Gilberto Mendoza

Me quemaban más las piernas en estos últimos kilómetros, pero eran tantas mis ganas de llegar que aceleraba, ya después me las ingeniaría para correr, en ese momento el objetivo era llegar.

Por fin lo logramos y Marcos se seguía viendo fresco y con una actitud super chida, no podía mas que motivarme para dar lo mejor de mi y seguir con el objetivo de ayudarlo a terminar lo mejor posible. Entre broma y broma le decía que se preparara porque lo iba a presionar en la carrera y que nada de «rajarse», 1, 2, 3, 5, 10 kilómetros y llevábamos un super ritmo, después de varias carreras que hemos hecho creo que nunca habíamos corrido tan bien de manera constante, algo que rompe mucho el ritmo para nosotros son los abastecimientos, ya que nos obliga a pararnos en seco y orillarnos para que el pueda hidratarse, pero en esta ocasión así como parábamos, arrancábamos, como si nada.

Definitivamente las porras se hacían notar y creo que eso nos motivaba a ambos para mantenernos, veía a Marcos con una super actitud y yo buscaba ayudarlo a dar lo mejor de si, evitando que se quemara antes de tiempo, si lo iba a dar todo, tenía que ser para cerrar duro en el último kilómetro.

Nos falló un poco y 3 km antes de la meta si hubo la necesidad de caminar, pero en realidad fué muy poco, sabíamos que no faltaba nada y que valía la pena apretar. Por las condiciones de la ruta fué imposible mejorar su récord en la distancia, pero al menos teníamos que esforzarnos por hacer lo mejor posible.

Cuando ya estábamos de nuevo en el centro sabíamos que el trámite ya estaba hecho, la cantidad de porras que recibía Marcos eran increíbles y eso nos ayudaba a acelerar cada vez mas, para mi era un poco dificil el que corriéramos ahí porque era adoquin y era muy fácil que tropezara, pero lo veía tan motivado y apretando el paso que lo dejé que se fuera con todo y yo nada mas iba al pendiente para tratar de atraparlo por si se llegaba a tropezar. Nada de eso pasó, ya estábamos en la recta final, solo unos metros nos separaban de la meta y el ambiente estaba a tope, cientos de personas haciendo una linea para entrar a la zona de meta gritaban y aplaudían a Marcos, por fin, ya estábamos en el arco de meta, una vez más, la meta se había cumplido, mi trabajo estaba hecho y no podía sentirme más feliz y satisfecho.

Una vez mas tuve el privilegio de cumplir mi misión, quizás yo era su guía, pero él fué el que me ayudó una vez mas a cargarme de buena vibra y darme cuenta que a pesar de las circunstancias, siempre hay motivos para sonreir.

Gracias Marcos

Mike

#Vida Ultra