
He querido escribir casi todos los dias desde que comenzó esta cuarentena, así como he querido iniciar tantos otros proyectos que creí que por fín tendría el tiempo para hacerlo gracias al paro forzado que hemos tenido. Hoy, 100 dias mas adelante, me doy cuenta de algo que siempre he sabido y hoy me cae como balde de agua fria. NUNCA voy a tener tiempo de sobra.
Los primeros dias los pasé prácticamente aterrado, paralizado por el miedo y la incertidumbre de lo que pasaría con mi negocio, reaccionando y haciendo cualquier ocurrencia para mantener el barco a flote y a mi familia segura. Ésto no ha parado, sigo prácticamente igual, pero como suele pasar, vas encontrando la forma de hacerlo un poco mejor y conforme algunas cosas van funcionado vas ganando confianza y recuperas un poco la fé en ti mismo para seguir adelante.
Después puse atención a resolver pendientes tanto en el trabajo como en casa, ordenar archivos, pintar paredes, limpiar cajones, etc…; con sentimiento de derrota total les puedo decir que hice mucho y al dia de hoy no he terminado nada, aún tengo paredes por pintar, cajones y bolsas de documentos por revisar y ni que decir de ordenar la información en mi computadora, puedo dedicar dias completos a eso para darme cuenta que necesitaría aislarme del mundo por semanas para realmente lograr un avance.
Para la segunda mitad de todo este encierro hubo cosas que se pusieron terribles, creo que fué prácticamente a la mitad de esta cuarentena cuando todo lo poco que se había logrado de pronto se perdió, obligándome a comenzar de cero, el miedo retomó fuerza y ese correr en círculos queriendo llegar a algún lado regresó. Pero, eso es algo que no puedo darme el lujo de hacer, por más que quisiera culpar a alguien, al gobierno, al virus, a los delincuentes, al universo o a la pachamama que reclama su espacio; la única y verdadera realidad es que solo yo soy responsable de mi vida.
Ni el libro que llevo años escribiendo avanzó, ni este blog, ni nuevos proyectos, ni nada, una vida en caos seguía avanzando sin destino ni control.
Aquí es donde comienza la espiral, esa que mientras las cosas parecen caer sin control a la vez te permiten poner las cosas en perspectiva para hacer algo que hace mucho no hacía, darme un poco de crédito y no ser tan duro conmigo por no tener todas las respuestas ni cumplir todos los planes.
No te voy a mentir, es muy difícil aceptarlo, me atrevo a decir que es mas fácil mostrarle al mundo tu vulnerabilidad, que mostrártelo a ti mismo, todo mientras te dices «está bien», «no pasa nada», y acto seguido te perdonas por algo que nomás no terminas de entender, pero aún asi decides seguir adelante.
Son en momentos así donde muchas cosas que dabas por hecho en tu vida desaparecen y algunas otras que quizás subestimabas, como el tener a tu familia, amistades y todos con buena salud comienzan a tomar un valor único.
Y así es como llego a hoy, con cerca de 100 dias viviendo mucho más consiciente del impacto en cada cosa que hago o digo, con la oportunidad de conocer realmente a todos los que me rodean y valorar el impacto que puedo generar en sus vidas pero principalmente, ellos en la mia. Han sido muchos dias confirmando que la motivación solamente puede venir de uno mismo y que entregarte al miedo daña más a tu salud que cualquier virus externo.
Se habla de una nueva normalidad, pero al menos en lo que yo alcanzo a ver, no veo nada nuevo, veo a la misma gente criticando al que piensa diferente, juzgando a quien no conoce, creyendo o desacreditando la realidad por lo que se vé detrás de una pantalla, viviendo con los mismos malos hábitos que enferman y consumiendo en lugar de crear. Con una mano puedo contar a los que, yo considero, han aprovechado este tiempo para ser mejores personas. Aún no puedo incluirme en esa lista, estoy poniendo todo de mi parte por revertirlo, me falta bastante y mi objetivo es mantenerme consciente de eso.
El punto mas importante de todo esto es que hoy puedo decir (o escribir) ésto, pensando solamente en mi, una cuarentena bastó para darme cuenta de que no hay nada que yo pueda compartir con el afán de motivar un cambio en alguien que no quiere hacerlo, no puedo enseñarle nada a nadie que no haya vivido la vida que yo he vivido ni mucho menos puedo juzgar la vida de alguien más si no tengo la mas remota idea de lo que es vivir en sus zapatos.
He sido tan soberbio que en algún momento llegué a pensar que a través de mi vida podía impactar a alguien de manera positiva y cambiarla, pero hoy sé que no es así, las mentes y las voluntades se conjugan cuando el objetivo es el mismo y se separan cuando deja de serlo. Y me suena tan trillado que hasta pierde sentido mientras lo escribo, quizás si aprendí algo en todo este tiempo, o quizás una vez mas estoy cometiendo errores solo que ahora con total confianza de saber que si la cago, no pasa nada, la cago solo para mi y la vida sigue…o quizás no; y eso, también está bien.
Mike